Penúltimo día de estancia en esta hermosa zona de Portugal ya que al siguiente partiríamos hacia Madrid. La noche anterior habíamos planeado visitar en este día el Castro de San Lorenzo, Ponte do Lima y Viana do Castelo, como al final hicimos.
Preguntamos en recepción la manera más fácil de llegar al Castro indicándonos que si teníamos GPS pusiéramos dirección a la localidad de Vila Chá. Dicho y hecho, tomamos el coche y el GPS nos dirigió perfectamente al lugar, en apenas 15 minutos que es lo se tarda en recorrer los 5 kilómetros que hay por la carretera M-550, por cierto bastante estrecha con muchas curvas y en algunos tramos con fuertes pendientes, toda vez que hay que subir 200 metros de desnivel en apenas 3 kilómetros.
Por fin llegamos a la Colina de San Lorenzo dejando el coche en un pequeño aparcamiento rodeado de un fantastico bosque de eucaliptos.
Siguiendo los letreros indicativos, en seguida podemos observar las primeras excavaciones arqueológicas iniciadas en 1985 y que continuan hasta la fecha. En un principio por los objetos encontrados la fundación de este pueblo se data en el siglo VII a.C., aunque posteriormente tambien fue ocupado durante la época romana y la época medieval.
El castro se encuentra dividido en sectores al objeto de que se puedan ver los restos de las construcciones en las diferentes épocas. Subiendo hacia la capilla, a nuestra izquierda nos encontramos con tres casas reconstruidas en terrazas diferentes que han datado los estudios en el I siglo d.C..
Continuamos subiendo hasta llegar a los pies de una pequeña capilla dedicada a San Lorenzo, a la cual se accede mediante una escalinata en cuyo final existe un mirador desde el cual se pueden ver unas vistas extraordinarias de la costa y la desembocadura del rio Cávado.
Quizás nos hubiésemos quedado un poco más en este lugar, pero la llegada de tres autobuses escolares nos hicieron desistir y continuar camino hacia Ponte de Lima.