Según la historia, esta ciudad fue fundada cuando un grupo de monjes en el año 995 buscando un lugar donde enterrar a Saint Cuthbert" que transportaban desde la Isla de Lindisfame para evitar que cayese en manos de los vikingos, encontraron aquí el lugar ideal para hacerlo, una loma sobre el Río Wear donde construyeron una pequeña capilla de madera que después se convertiría en la catedral.
Aqui a partir de entonces, la catedral se convirtió en la sede del Obispo de Durham el cual desde 1075 se convirtió en Príncipe obispo, con el derecho de reunir un ejército, acuñar sus propias monedas y recaudar impuestos, siempre y cuando permaneciese leal al rey de Inglaterra, pudiendo hacer y desacer como un gobernante autónomo, recaudando los ingresos de su territorio, pero a cambio tenía que proteger la frontera norte de Inglaterra. Este poder duró hasta mediados del siglo XIX.
La economía tanto de la ciudad como del condado estuvo muy ligada a la minería desde la época medieval hasta finales del siglo XX. De igual anera la industria ferroviaria tuvo tambien un papel importantísimo, ya que era el ferrocarril el que se encargaba de trasladar el carbón desde las mimas hasta los puertos. En la actualidad debido a la decadencia de ambas industrias, se está fortaleciendo el turismo.
Salimos de Edimburgo después de comer toda vez que la distancia hasta Durham era de 223 kms. y aunque la A1 no es para tirar cohetes, conociéndola de otras ocasiones calculamos que la duración del viaje seria a lo sumo de unas tres horas como así fue.
El hotel reservado con anterioridad fue el Honest Lawyer a unos cinco kms. del centro de la ciudad al cual llegamos alrededor de las siete de la tarde después de haber parado varias veces. Registro, inspección de la habitacion y vuelta al coche para dirigirnos al centro.
La llegada al centro con el coche como esperábamos no fue demasiado buena. Dando una vuelta para intentar aparcar, vimos un parking público de pago y decidimos adentrarnos en el mismo. Lo primero que nos chocó fue la inexistencia de barrera de entrada, la máquina de expedición de tickets y en lugar de ser subterraneo era aereo. Por fin entramos y la sensación fue un tanto negativa, casi sin alumbrado y con poquisimos vehículos aparcados por lo que a la vista de esto optamos por salir del mismo. Otra de las sorpresas que nos llevamos es que a la salida no había ninguna cabina y la barrera estaba levantada, por lo que tampoco tuvimos que pagar.
Tras unas cuantas vueltas porel casco antiguo, por fin tuvimos suerte y encontramos sitio para aparcar en una de las calles del casco antiguo. Apenas eran las ocho de la tarde y no se veía ya a nadie por la calle y por supuesto ningun restaurante o establecimiento donde poder comprar comida abierto, menos mal que somos precavidos y antes de salir de Edimburgo nos habíamos provisto de pan y fiambre.
Una pequeña vuelta caminando nos llevó a cruzar por el Framwellgate bridge sobre el rio Wear hasta Market place unos metros más adelante con edificios de estilo victoriano, donde se encuentra el Ayumtamiento, la iglesia de San Nicolás y la estatua ecuestre del Marqués de Londonderry inagurada en 1861. La noche se iba acercando y la temperatura iba descendiendo por lo que decidimos volvernos al hotel.
Al dia siguiente nos llevamos otra sorpresa con el desayuno en el hotel. Hasta la fecha y ya son muchisimos los hoteles visitados, los desayunos son tipo buffet menos en este donde te daban una carta con dos tipos de desayuno inglés para elegir uno de los mismos, aunque entre ellos casi no había diferencia. Los dos iban con huevos, bacon, las alubias pintas pequeñitas típicas con el consiguiente agua manchada con café y únicamente se diferenciaban en que uno iba con tostadas y otro con bollería, pero ninguno con zumo de naranja.
Terminado con esto cogimos el coche y de nuevo nos dirigimos al centro de la ciudad en busca aser posible del parking que abandonamos la noche anterior. Tuvimos suerte y dimos con el a la primera. Creo recordar que era el Prince Bishops Car pues a la entrada no había barrera ni para coger tickes, tan solo con la diferencia de que ahora la capacidad del parking estaba casi llena.
Salimos y sin dudarlo nos dirigimos hacia la zona de la catedral caminando por calles que aunque no muy empinadas si hacian sufrir un poco las piernas. Por fin nos encontramos en la gran explanada verde que acoge ademas de la catedral a la librería de la universidad.
La catedral de Cristo, la Virgen María y San Cutberto de estilo románico aunque con elementos góticos en el interior, se empezó a construir en 1093 y se terminó alrededor de 1133, siendo de las primera muestras de la arquitectura anglonormanda. El interior es de planta de cruz latina con una nave central y dos laterales. A destacar la bóveda de crucería con arista y nervaduras empleada por primera vez en esta construcción y que precedió a las bóvedas del gótico.
Del exterior resaltar las dos torres de cabecera construidas entre los siglos XII y XIII. La torre central fue reconstruida ya con elementos góticos en 1484 con una altura que excede de los 67 metros y 325 escalones para llegar al mirador existente. Ha estado cerrada por rehabilitación desde el 2015 hasta junio de 2019, por lo que en nuestra visita no pudimos ascender a la misma. Se puede observar el gorro blanco que la protegía.
El claustro existente se construyó a la par que la catedral terminándose en el siglo XII, aunque remodelado a principios del siglo XV a su forma actual. La tracería fue remodelada entre 1764 y 1769.
Ya en el exterior se pueden ver algunas lápidas del antiguo cementerio de la catedral. Igualmente y a pocos metros en una pequeña elevación de la pradera conocida como Palace Green podemos ver el Durham Light Infantry South African War Memorial. Se trata de una gran cruz de estilo anglosajón sobre una base de piedra con un peso de 12 tonealadas. La cruz se encuentra tallada con imágenes de árboles, frutas y animales. Como su nombre indica esta levantado en memoria de cuantos hombres de la infantería ligera de Durham fueron muerto en la campaña de sudáfrica.
Un poco más a la derecha de este memorial se pueden ver dos tumbas, La de la cruz celta (izquierda) pertenece a Alfred Robert Tucker canónigo de esta catedral desde 1911 hasta su muerte en 1914. la de la derecha es de George Kitchin Primer canciller de la universidad de Durham desde la crreación del cargo en 1908 hasta su muerte en 1912. Igualmente fue decano de la mencionada universidad en 1894.
Acabadas estas visitas y siendo hora de comer empezamos a buscar algún lugar donde hacerlo, elgiendo un restautrante hoy desaparecido llamado Café Rouge perteneciente a una cadena que posee varios por el reino unido con ambiente francés aunque la comida no tanto. La comida no duró mucho y terminada la misma decidimos ir al Framwellgate Bridge para ver intentar ver el castillo aunque fuese por fuera, ya que estaba en plena reforma, tapiado siendo imposible visitarlo. Ya en el mencionado puente nos dimos cuenta que se podía bajar hasta un camino que transcurría por la vereda del río. Aunque el paseo fue de apenas de unos quinientos o seiscientros metros empleamos más de una hora en recorrerlo, toda vez que el frescor y la buena temperatura te invitaban a sentarte en algunso lugares habilitados al efecto. Ya de vuelta pasamos por la parte trasera de la catedral.
De nuevo en el primer puente nos dirigimos al parking para reocger el coche y como aún quedaban algunas horas de sol ir a visitar la playa próxima. El recoger el coche del parking constituyó toda una nueva experiencia. Como comenté al principio al meter el coche en el parking no recogimos ningún ticket por lo que realmente no sabiamos como íbamos a poder sacar el mismo. Como casi siempre en nuestros viajes cuando no sabemos una cosa nos dejamos llevar por la intuición o bien seguimos a la gente para hacer igual. En esta ocasión optamos por la segunda opción, es decir seguir a una pareja que al parecer iba a recoger su coche como asi fue. El resultado fue que nos dirigimos a una máquina por supuesto con las instyrucciones en inglés, en la cual introducías la matrícula y te decía el importe a pagar y cuando lo hacias tampoco te daba un ticket para poder salir. Despues de leer y releer las instrucciones de la dichosa máquina, nos enteramos que a la salida estaba situado un lector de matrículas que al pasar si habías pagado levantaba la barrera, lo cual quería decir que a la entrada había otro que leia matrícula y hora. Lo del lector es habitual en cualquier parte, pero que lo usen para pagar no lo es tanto.
Por fin sacamos el coche del parking y con el GPS nos dirigimos a la playa de Seaham apenas a 20 kms. de Durham. La mencionada playa estaba precedida de una pradera digna de un campo de golf por lo cuidada que se encontraba. En esta parte de la costa existen unos pequeños acantilados que cobijan pequeñas playas pedregosas a las que se accede por escaleras habilitadas al efecto. Dos horas allí hasta que empezó a oscurecer que cogimos el coche para dirigirnos al hotel, ya que al día siguiente teníamos hora para el ferry con el fin de pasar a Francia y ya de nuevo a Madrid.