Salimos a una temprana de Madrid ya que nos esperaban cerca de los mil kilómetros. Después de comer por el camino, llegamos a Nimes alrededor de las cinco de la tarde. Alojamiento en Hotel Mercure Nimes Ouest, hotel que ya nos era conocido a escasos 15 minutos del centro.
Tras dejar el equipaje en ala habitación, emprendimos camino en diección al parking que existe muy cerca del del coliseum. Pasear al atarceder por tranquilas plazas y las estrechas calles del caso antiguo constituye sin lugar a dudas un verdadero relax luego de una jornada en coche, para luego cenar una buena fuente de mejillones al vino con frites.
Ciudad fundada por los romanos con gran tradición taurina, siendo el monumento más representativo de la misma el anfiteatro romano, conocido como La Arena. Construido en el año 27 a.de C en tiempos del emperador Augusto, tiene un ruedo de 133 metros de largo por 101 metros de ancho rodeado por 34 gradas que se sustentan por una por una construcción abovedada.
En la actualidad se emplea como coso taurino y otro tipo de espectáculos, teniendo una capacidad para 16.300 espectadores, contando desde 1989 con sistema de calefacción y una cubierta móvil.
Otro de los monumentos dignos de visitar es La Maison Carrée. Se trata del único templo romano del mundo conservado tan perfectamente.
Construido en el año 5 d. de C. dedicado a Cayo y Lucio César es de planta rectangular con unas dimensiones de 26 metros de largo por 15 metros de ancho, con una escalinata amplia en el frontal por la que se acede al podio, en el que se levantan diez columnas con capiteles corintios, seis frontales y dos en cada uno de los lados, y un espléndido frontón.
De los templos cristianos merece destacar la Iglesia de San Pablo de estilo neorománico edificada entre los años 1835 y 1849 obra del arquitecto Charles-Auguste Questel encontrándose ubicada en el bonito paseo de Victor Hugo.
Pronto al hotel que a día siguiente nos esperaban casi 700 kiñómetro hasta Brescia nuestra próxima parada.