Otra de las excursiones que hicimos desde Assisi fué esta de San Gimignano. Serían 350 kilómetros entre ida y vuelta pero pensamos que por lo oído y leído acerca de esta pequeña ciudad merecía la pena.
Llegaríamos sobre las 11 de la mañana con un terrible calor y aparcar el coche fue todo un martirio, a pesar de los múltiples parkings existentes en el exterior del recinto amurallado.
Situada sobre una pequeña colina, esta ciudad fue antaño una aldea etrusca que comenzó como ciudad en el siglo X tomando su nombre del Obispo de Módena "San Gimignano". La ciudad se caracteriza por sus altas torres, que llegaron a sumar más de setenta y que en la actualidad solo quedan alrededor de catorce. Por aquella época las familias nobles de esta zona tenían la costumbre de levantar torres y cuanto más altas indicaban mayor riqueza.
Después de aparcar penetramos a la ciudad por una de las puertas existentes y pronto nos dimos cuenta del enorme gentío que nos esperaba más al interior. Según íbamos caminando se iban dibujando las torres que nos acompañarían durante toda la visita, y aunque teníamos la ocasión de subir a mas de una, optamos por la que alberga el Museo Cívico y el Ayuntamiento con sus 54 metros de altura y unas magníficas Vistas de la ciudad y la campiña que la rodea.
Prácticamente a lado de esta torre se encuentra El Duomo o Colegiata construida en el siglo XII consagrada por el Papa Eugenio III en 1148. Posteriormente entre 1466 y 1468 modificada y ampliada por Giuliano da Maiano, con fachada del año 1239.
El interior consta de tres naves sobre base románica del siglo XI y añadidos de siglos posteriores. Las Bóvedas son góticas con los arcos que separan las naves y sus columnas de estilo románico. Llaman poderosamente la atención las paredes cubiertas de Frescos de autores florentinos y sieneses. (Fuente: arteviaje.com).
Tras dar unas cuantas vueltas por sus calles, buscar un lugar para comer y llevarlo a cabo que por cierto nos costó bastante tiempo por la cantidad de gente que había, nos fuimos a relajarnos en una de las terrazas para tomar un café en la bonita Plazza della Cisterna llamada así por tener en el año 1287 una cisterna debajo de la misma cuya salida era o es una boca de un Pozo situada sobre un pedestal octogonal.
En uno de los extermos nos encontramos con una antigua puerta de la ciudad llamada Arco dei Becci adyacente a la torre del mismo nombre. En los laterales de la plaza se pueden observar verdaderas maravillas arquitectónicas como el Palacio Tortoli o el Palacio Razzi y la Casa Silvestrini ambos adyacentes y situados frente al pozo.
Aunque no nos apetecía marcharnos de aquel agradable lugar no teníamos otro remedio, nos esperaban 175 kilómetros que aunque fuesen por una buena carretera no dejaría de tener que estar conduciendo dos horas y media o tres hasta Assisi.
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